NO ES CIERTO QUE EL SUJETO HIPNOTIZADO NO PUEDA MENTIR Y DEBA DECIR SIEMPRE, NECESARIAMENTE, LA VERDAD AL HIPNOTIZADOR 

Que en hipnosis el sujeto hipnotizado es incapaz de falsear la verdad, manipularla adrede o contarle cualquier mentira que desee contarle al hipnotizador… Es rotundamente falso. No es cierto que el hipnotizado no pueda mentir Esto equivaldría a decir que quien te hipnotiza tiene poderes mentales y sobrenaturales, algo precioso en un cómic de superhéroes, pero imposible en la realidad.

Que nadie piense que el hipnotizador dominará la mente del hipnotizado e impondrá su voluntad a la suya, usando su mirada profunda, su voz sugerente y un aleteo de manos o un chasquido de los dedos. Nadie te robará la voluntad sobre tus actos y pensamientos. No es cierto que el hipnotizado no pueda mentir. Si en un escenario alguien hace el ridículo bajo hipnosis… es porque quiere hacer el ridículo. Al fin y al cabo, no todos los días aparece la oportunidad de hacer el ridículo ante decenas o cientos de espectadores, y quizás haya gente muy dispuesta a hacerlo. Todos esos argumentos del hipnotizador “Mente Maestra” están muy bien para las películas de ciencia ficción, para los espectáculos amañados o para jugar a ser un mutante al estilo de los X-Men, pero la realidad es mucho más prosaica.

La persona que hipnotiza es un ser humano al uso, sin poderes especiales. Aunque por desgracia no siempre es así, lo ideal sería que la hipnosis solo fuera utilizada por profesionales de la salud, con formación especializada en hipnosis clínica. Porque el problema del intrusismo es que divulga falsas creencias, como las tratadas en “MITOS DE LA HIPNOSIS… (1)” y “MITOS DE LA HIPNOSIS… (2)”, muy dañinas y perjudiciales para los usuarios. El intrusismo es perjudicial y dañino porque promueve miedos y desconfianza hacia esta técnica.

También el cine y los medios de ocio promueven muchos mitos (1). Abundan espectáculos de magia con personajes carismáticos, haciendo trucos rocambolescos que les dan un aire de misterio y poder, para que un público ávido de emociones les “compre la moto” de que tienen habilidades increíbles. Tras todo ello hay engaños de percepción y trucos muy elaborados, cuando no directamente una farsa llevada a cabo por actores muy convincentes, capaces de ladrar como perros o cacarear como gallos ante decenas de espectadores.

Y aunque las personas que consumen este ocio no se crean estos trucos, aunque no se crean nada de lo que ocurre en estos espectáculos, el hecho de utilizar o llamar Hipnosis a tanta parafernalia circense promueve mucha desconfianza. Hay quienes tienen miedo de probar la hipnosis, incluso con un terapeuta serio, porque temen perder el control de sí mismos y acabar robando un banco o asesinando a alguien sin recordar nada después (hay novelas de crímenes en que la solución de un robo imposible a un banco es que el dueño de la sucursal fue hipnotizado para robar la caja fuerte y luego no recordar nada. ¡Claro, la hipnosis, cómo no!). También recordamos películas y novelas en las que personas son esclavizadas por hipnotizadores malévolos. Eso, sin mencionar las mórbidas prácticas sexuales a las que el hipnotizador somete a sus “víctimas” …

Es absoluta y totalmente imposible que la hipnosis consiga una sola de estas cosas, ni de lejos. Si hubiera una pizca de verdad en ello… ¿Por qué los gobiernos y los partidos políticos no contratan a legiones de hipnotizadores para dominar a sus inocentes votantes? ¿Debe ser que esta herramienta de dominio mental solo puede ser usada por unos pocos artistas, para hacer cacarear y comportarse como bebés a unos cuantos infelices que suben al escenario? ¿Por qué las empresas de marketing y publicidad no están llenas de hipnotizadores? ¿Por qué en las comisarías no hay mentalistas que les saquen al malhechor la verdad en el interrogatorio, con su mirada y su voz sugerentes? La respuesta es sencilla: porque nada de eso es real, ni funciona.

Durante la hipnosis, el paciente jamás pierde el control de sí mismo. No es cierto que el hipnotizado no pueda mentir. Pero gracias a toda esta mitología circense y cinematográfica, al final el principal perjudicado es el propio usuario, porque estos engaños generan en él miedo y desconfianza y puede rechazar la hipnosis, una herramienta terapéutica más, que podría ayudarle en su bienestar y salud de una manera más rápida que otros métodos no “demonizados” por el cine y la novela.

Volvamos al principio. De cualquier modo y sea cual sea la formación que tenga quien hipnotiza, es un humano y no tiene poderes especiales que le den la capacidad de obligar a nadie a actuar contra su voluntad en hipnosis. Al menos, la hipnosis no le va a dar ese poder, pues otra cosa muy distinta es que utilice otros medios como la extorsión o el pago por sus servicios; pero eso sería otro tema que no tiene nada que ver con la hipnosis.

Tal y como explicaba en “MITOS DE LA HIPNOSIS… (2)” a través de la hipnosis no se pierde el control de uno mismo; ni siquiera se pierde la consciencia de cuanto ocurre alrededor. Por el contrario, para poder estar en hipnosis has de posicionarte en una actitud activa de querer estar lúcido y presente, de seguir las sugestiones planteadas; y de este modo, y solo si uno lo desea, seguirá las inducciones. Tienes que posicionarte en una actitud abierta de confianza con el hipnotizador para que las cosas sucedan y para ello has de desear escuchar y confiar en las sugestiones que se te planteen.

Nadie puede obligarte, por muy buen hipnotizador que sea, a que hagas nada que esté en contra de tus valores morales, principios y decisiones personales. Nadie puede obligarte a que hagas cosas que no quieres hacer. No te pueden obligar a revelar cosas que quieras ocultar. No es cierto que el hipnotizado no pueda mentir, si lo desea. Y nadie puede obligarte porque eres tú el que decide hasta dónde quieres llegar, qué quieres compartir y cómo quieres vivir la experiencia. Así pues, el que roba el banco lo hace porque quiere robar el banco. Y el que llora como un bebé en el escenario lo hace porque quiere llorar como un bebé en el escenario. De manera consciente y libre.

Por todo ello, a la hora de recibir una terapia con hipnosis, es imprescindible mirar la formación que hay detrás de quien utiliza la hipnosis y asegurarse de que es un Profesional de la Salud, con formación especializada en Hipnosis Clínica.

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Que tengas un día maravilloso.

Natalia Aguado

Directora de NVAG Centro de Psicología y Psicóloga Sanitaria.

NVAG Centro de Psicología es un centro sanitario en Alcobendas (Madrid), en el cual la psicóloga sanitaria Natalia Aguado ofrece servicios de psicoterapia. Para más información visita www.nvagpsicologia.com

REFERENCIAS

(1) http://www.aahea.net/informe-espectaculos-hipnosis/